“Es agradable poder hablar con los demás”

Tenía un trabajo muy cansador en el sector sanitario que implicaba mucha responsabilidad. Pasaban muchas cosas en el trabajo y en su vida personal, pero Mariska seguía adelante con todo. Mientras tanto, los síntomas se acumulaban: “No dormía bien, tenía dolores de cabeza, mareos, dolores musculares y podía ponerme a llorar de un momento a otro”, resume.

Resultó ser un burnout. Tardó un año en recuperarse y poder pasar de no trabajar en absoluto a hacerlo nuevamente a tiempo completo. Mariska seguía sufriendo fatiga. El médico de cabecera lo atribuyó a una secuela del burnout y, probablemente, al estrés. Pero ella no estaba de acuerdo: “Ya había abordado casi todos los factores de estrés”.

Un día, salió a comer con su madre, quien se dio cuenta de una hinchazón en el cuello de Mariska. La hinchazón resultó ser un síntoma de cáncer de tiroides.

El diagnóstico fue en parte un alivio. “Por fin sabía lo que pasaba. Me dijeron que este tipo de cáncer tenía un pronóstico favorable, así que no me preocupé. Quería sacar el cáncer de mi cuerpo lo antes posible para volver a mi normalidad”.

Fue operada y luego recibió medicación para las tiroides. Tuvo que dejar de tomar la medicación temporalmente para someterse a un tratamiento de seguimiento con yodo radiactivo. “Me sentí mucho más cansada de lo normal. Me dolían los músculos y las articulaciones, y engordé. Me sentía como una persona de 80 años”. Después de la terapia con yodo, se le permitió volver a tomar la medicación de sustitución de la tiroides, esta vez en una dosis más alta para mantener bajo control cualquier célula tiroidea restante.

Pero Mariska se sentía cansada todo el tiempo y sus síntomas continuaban. “Tenía frío constantemente. Aunque hubiera 35 °C en el exterior, me castañeteaban los dientes y me sentaba con una manta de abrigo”.

Se aferró a la idea de que las cosas mejorarían una vez que se redujera su dosis de medicación. Pero eso no ocurrió. “Tengo un buen endocrinólogo que me sugirió todo tipo de soluciones, pero nada sirvió”.

Un miembro de un grupo de Facebook para personas con cáncer de tiroides la puso al tanto de la existencia de EM/SFC. Unos meses más tarde, Mariska fue diagnosticada de síndrome de fatiga crónica. Su fatiga es diferente a la de otras personas después del cáncer, dice. “Una de las características del EM/SFC es que la actividad física puede agravar los síntomas. A menudo me produce síntomas parecidos a los de la gripe. Me duele todo: los músculos, las articulaciones, los ganglios linfáticos. Sufro migrañas detrás de los ojos, me cuesta concentrarme, tengo problemas de memoria y tengo problemas intestinales”.

Destaca el hecho de que también está constantemente cansada. “Es más bien agotamiento”. Dice que su vida ha cambiado mucho a raíz de ello: “He tenido que renunciar a muchas cosas”.

Ya no puede trabajar, los servicios externos de ayuda a domicilio y su novio se encargan de las tareas domésticas y su vida social ha pasado a un segundo plano. “En un buen día, me las arreglo para hacer yo misma algunas tareas domésticas ligeras”.

Desgraciadamente, todavía no existe una cura eficaz para el EM/SFC, dice Mariska. “Pero algunos de los medicamentos que estoy tomando actualmente pueden ayudar”.

Mariska dice que se ha beneficiado mucho de Untire. “Al principio, utilizaba la aplicación todos los días. Utilizaba el ‘Jarrón de la Energía’, leía la información sobre todos los temas, como los límites y el sueño. También me parecen muy útiles los consejos y la sección de relajación”.

Ella es miembro activo del grupo Untire en Facebook. “Mi cansancio no está causado únicamente por el cáncer, por lo que otros pacientes con cáncer tendrán experiencias diferentes. Pero es agradable hablar con los demás, y disfruto ayudando a otras personas. Ser abierta y positiva en la vida me ayuda. Ayuda a pensar en lo que puedes hacer, en lugar de lo que no puedes. También tienes que aprender a afrontar el hecho de que tu vida ha cambiado. A pesar de todas mis limitaciones, me siento muy feliz. Intento disfrutar de la vida. Afortunadamente, nunca he tenido un día en el que haya pensado que no vale la pena levantarse de la cama”.